Sunday, January 23, 2011

Lavadoras: Las máquinas vorticistas

Al llegar a mi nueva vida en solitario pasé varios días buscando el rincón mágico. Esa suerte de vórtice dimensional en el que yo almacenaba la ropa usada, nunca sucia, y desaparecía durante un período de tiempo no superior a tres días hábiles y volvía al armario en un ciclo infinito del que desconocía su proceso.

He desistido. En Suecia no hay rincón mágico. He probado detrás de la puerta, debajo de la cama, en la silla... y nada, volvía día tras día y la ropa seguía ahí, impasible, indolente y arrugada. Así que decidí tomar cartas en el asunto y tras investigar un poco descubrí que existe una habitación con el único propósito de lavar la ropa llamada lavandería.

Lleno de emoción me aprovisioné de todo lo necesario para realizar la primera colada de mi vida. Compré detergente, detergente para colores y suavizante. Ufano como un niño, reservé hora en el cuadro que un día os mostraré y esperé con ansia la hora de lustrar mis prendas preferidas, pero no contaba con dos factores que combinados iban a hacer que la palabra "colada" fuera la más apropiada para el resultado de la debacle textil que allí se produjo. Mi falta de experiencia unida a que la lavadora estaba en sueco del Mordor profundo hizo que decidiese dejar en manos del azar el destino de mi ropa.

Ojo a que es obligatorio lavar la ropa en top-less.

Catástrofe; todo encogió; la secadora hizo que encogiese más aún y aún sufro compresiones de primer grado en las articulaciones y tengo grabadas las costuras de mis camisetas en la piel. He aprendido de mi error y he hecho dos cosas.

  • He pedido consejo a gente que ha puesto más de una lavadora en su vida y he aprendido que la ropa y el calor no se llevan bien. 
  • Me he hecho una chuleta.


Wednesday, January 12, 2011

El fantasma

Me levanto aproximadamente a eso de las 8:03 para prepararme la maleta después de casi un mes en España, sin embargo, noto que en mi cuerpo algo no funciona muy bien. Mi temperatura corporal es extremadamente elevada, 39º marca el mercurio electrónico. Mi madre me prohibe volar a esas temperaturas y pierdo el vuelo, el autobús, el dinero y la consciencia pasando casi un día entero dormitando, vegetando y haciendo cosas de enfermo.

Me planteo si esto se trata de una especie de parapraxis freudiana y mi cuerpo ha decidido que todavía no es el momento de volver a Suecia. Como si Murcia fuera la vida real, Suecia una suerte de limbo y yo un griposo Patrick Swayze que no está preparado para irse pero tampoco puede atravesar paredes.

Tuesday, January 4, 2011

Rollitos de primavera, verano, otoño, invierno y primavera

Una chica que me ha rogado permanecer en el más absoluto anonimato por salvaguardar su carrera como cocinera profesional en Suecia, decidió, un buen día, aventurarse en el oscuro arte de la cocina oriental tradicional y romper con un gesto la barrera culinaria que deja Asia a un lado y al otro Europa.

Pretendía elaborar rollitos de primavera por el método cantonés tradicional, es decir, comprándolos congelados en el Lidl y friéndolos en una sartén. El primer paso lo realizó sin demasiados problemas adquiriendo el producto con inigualable maestría, demostrando un buen dominio de la tarjeta de crédito y viajando en autobús con soltura a través de páramos de terrorífico nombre como Tingvallahallarna. En el segundo paso llegaron los problemas, pues nuestra protagonista de hoy no dominaba por aquel entonces la técnica secreta y milenaria de freir congelados.

Su inexperiencia no la detuvo. Leyó detenidamente las instrucciones en sueco, noruego, finlandés y danés, maldijo las cuatro lenguas en gallego, castellano, francés e inglés. Acto seguido calentó el aceite a la temperatura a la que se funde el acero y soltó dos rollitos de primavera a la deriva sobre una "balsa de aceite" en ebullición. Los rollitos de primavera fueron carbonizados al instante en su parte más externa o exorrollito, se tornaron de un color tan negro que atraían la luz hacia ellos. El núcleo del rollito quedó gélido, duro e incomestible para cualquier persona en su sano juicio, efectivamente Markus se los comió sin mediar palabra. Yo propuse cambiar el nombre de rollitos de primavera por rollitos de verano-invierno mientras maldecía mi suerte porque una gota de aceite me había quemado la mano.

Las autoridades chinas ya se han puesto en contacto con esta terrorista gastronómica para que detenga estos atentados alimenticios contra sus más sagradas tradiciones.